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¿Leche de avena? O ¿un baño rejuvenecedor very raw?

Generalmente, no suelo preparar esta leche para beber. Prefiero las leches derivadas de los frutos secos (almendras, avellanas, nueces…) y otras semillas (girasol, calabaza, sésamo, quínoa…) activados (remojados entre cinco u ocho horas) y bien lavados.

El activado de las semillas es muy beneficioso por tres razones: 1) activamos el ciclo de vida de la semilla, que hasta ahora ha estado dormida, en un estado latente, y esta activación aumenta sus nutrientes; 2) lavamos y eliminamos los inhibidores de enzimas, una película tóxica que tiene la doble función de proteger a la semilla de sus predadores y de evitar su crecimiento en condiciones no propicias (por ejemplo, si no hay agua); 3) eliminamos parte de las grasas, cosa que favorece el funcionamiento de nuestro hígado. Por estos tres motivos, activar las semillas y frutos secos y luego lavarlos bien, con agua filtrada o de manantial, hace que aumenten sus nutrientes y los hace más digestivos.

En el caso de las semillas mucilaginosas, como el lino, el trigo sarraceno, la chía, por nombrar sólo algunas, es conveniente que el remojo sea de un tiempo bastante inferior; con unos quince minutos basta. Si las remojamos mucho más tiempo, acabamos lavando el mucílago (caso del trigo sarraceno), una capa viscosa que envuelve a la semilla y se hincha de agua al remojarlas y que es fantástica a la hora de favorecer el tránsito y la salud intestinal. También puede pasar que les salga moho si remojamos demasiado tiempo, especialmente en épocas de calor. Si quieres, después de remojar unos 15 minutos y lavar, puedes dejar las semillas mucilaginosas en un colador dentro de un bol, tapadas con un paño de algodón limpio y que no les dé el sol y esperar a que se activen, germinen o broten. En el caso del germinado y el brote, no te olvides de lavarlas cada 12 horas, para que no les salga moho ni echen a perder.

La semilla que me ocupa hoy, que es de hecho un cereal, es la avena.

Aunque muchos prediquen que la avena no tiene gluten —la avena contiene avenina, lo que vendría a ser un paralelo al gluten propio de la avena y que no tiene porqué afectar a personas alérgicas o intolerantes al gluten—  es muy importante que la avena no crezca cerca de campos de trigo u otros cereales con gluten, ya que esto es motivo para que la avena se «contamine» cruzándose con el trigo y contenga así trazas de gluten. Ni que decir tiene que en la mayoría de las ocasoines la avena se prepara y envasa en factorías donde también se manipulan cereales con gluten; con lo que si eres intolerante o alérgico al gluten y decides probar la avena, asegúrate bien de cómo ha sido cultivada y tratada esa avena.

En muchas recetas que se autotitulan crudas, se utilizan copos de avena y se explica que son crudos, pero no, no lo son. Los copos de avena primero han sido chafados o prensados y posteriormente han sido sometidos a un baño de vapor para poder preservarlos antes y después del secado y alargar así su conservación. La cual cosa no está mal, teniendo en cuenta que los cereales no germinados no deben consumirse nunca en crudo. Otra cosa muy distinta es cuando se trata de su brote; en tal caso no estamos consumiendo un cereal sino una hierba o un pasto —como en el caso de la hierba de trigo— cargado de vitaminas, minerales y aminoácidos esenciales.

Para preparar esta leche de avena que hoy te propongo, necesitamos remojar avena en grano ¡viva! entre 15 y 30 minutos y dejarla reposar en un colador dentro de un bol tapado con un paño en un sitio seco y cálido en la cocina durante la noche. De esta manera se activará.

Es importante, si decides consumir cereales (no es mi caso), que sean integrales y no vengan refinados, chafados ni en harinas, procesos que inician la oxidación de los nutrientes. Activarlos antes de cocinarlos no estaría de más, e incluso germinarlos. El centeno o el trigo blando son unos de los granos más fáciles de germinar y hacer brotar, crecen como con rabia. Y, justamente, parece ser que el proceso de germinación consume el gluten contenido en el grano, ya que es uno de los nutrientes de reserva a partir de los que se alimenta la futura planta.

Es muy común, en recetas veganas y vegetarianas, encontrar preparados de textura similar a la carne utilizando sólo el gluten de los cereales, el famoso seitán. Personalmente, a mí no me gustan, no sólo es el gluten la peor parte del cereal sino que es un alimento refinado carente de las grasas, vitaminas, minerales y oligoelementos que contienen los cereales integrales. En todo caso, el seitán es muy fácil de preparar en casa. Sólo tienes que amasar con el agua necesaria una harina muy glutinosa, dejar la masa en un bol con agua durante unos minutos y luego enjuagar y amasar al mismo tiempo hasta que  el agua se lleva todos los nutrientes menos el gluten, quedando una masa más densa y pegajosa: puro gluten. Es decir, el gluten no se disuelve en el agua del lavado.

Bueno, y toda esta explicación para proponerte una receta que aprovecha todos estos métodos de preparación para preparar una leche de avena muy digestiva, muy nutritiva y bien cruda y viva.

Recapitulemos. Primero, la avena es un cereal que en su estado natural puro no contiene gluten, sino avenina, las personas con celiaquía parecen tolerarlo. Segundo, activaremos y/o germinaremos los granos de avena enteros y crudos. Tercero, la lavaremos después de activar. Cuarto, la batiremos y la filtraremos con un paño de algodón limpio o una bolsa para preparar leches vegetales y dentro de la bolsa de preparar la leche vegetal se debería quedar la parte más sólida del grano, la fibra más difícil de digerir.

Así obtendremos una leche espesa muy cremosa, porque la avena también es una semilla mucilaginosa, toda bondad. Podemos reforzar esta leche de avena con los alimentos que más nos interesen. En mi caso, yo he escogido reforzar esta leche con pasta de musgo irlandés, estevia en hoja, agua de mar, limón y aceite crudo de cáñamo; una leche vegetal medicinal, rica en omegas y reforzada con minerales vegetales marinos. Todos estos ingredientes son opcionales, con sólo la avena ya tenemos una leche vegetal cremosa que es una delicia (nutritiva y gustosa), aunque aportan nutrientes muy interesantes. Tú puedes reforzar tu leche con tu propio mix.

Necesitarás, para un litro:

1 litro de agua filtrada o de manantial
1/2 taza de agua de mar
2 c. soperas de aceite de cáñamo
1/2 limón, el zumo
1/4 taza de hojas de estevia recién cortadas de la planta
1 c. sopera de pasta de musgo irlandés
1 taza de avena activada o, mejor, germinada

Método de preparación

Colocas todos los ingredientes en una batidora de vaso, pero primero sólo la mitad del agua para ayudar a triturar mejor el grano y bates a la velocidad más baja durante un minuto o hasta que todos los ingredientes estén triturados. Añade el resto del agua y bate de nuevo un minuto a la velocidad más baja. Filtra y consume lo antes posible, aunque puedes guardar la leche resultante dos o tres días en la nevera en un recipiente de cristal con tapa.

Si eres purista y no te interesa una receta de leche de avena para beber, piénsatelo dos veces porque igual te interesa darte un baño tibio con leche de avena, un baño mucho mejor —más consciente y más feliz— que los de la misma Cleopatra, ¡ha! Recuerda, todo lo que pones en tu piel y la penetra llega al torrente sanguíneo en cuestión de poco más de veinticinco segundos; y la avena es muy antiestresante, calmante, relajante, aporta energía y serenidad, ayuda a regular el peso, depura y es un rejuvenecedor celular (antioxidante y anticanceroso). Sí, no estoy haciendo broma; es uno de mis baños preferidos: leche de avena tibia… Sales de la bañera como nueva, con una gran sensación de paz y un tacto en la piel y el cabello increíbles.

La avena contiene agua, fibra, proteínas, grasas saludables, hidratos de carbono de absorción lenta y de fácil asimilación; vitaminas E, vitaminas B1 y B2 (indispensables para la salud del sistema nervioso central y el periférico), B3, B6; los minerales potasio, fósforo, silicio, magnesio, calcio, hierro, sodio, zinc, manganeso, cobre; libera fructosa durante su digestión, esto es beneficioso para regular los niveles de azúcar en sangre; contiene betaglucanos (mucílagos hidrosolubles) beneficiosos para las mucosas que mejoran el tránsito intestinal y tiene muy pocas calorías.

Para acabar con la larga entrada de hoy, te dejo un vídeo de una conferencia muy reciente del Dr. Miquel Pros, médico alópata y naturista que utiliza la avena como un alimento medicamento. Si antes de llegar aquí leíste mi entrada, adivinarás los puntos de la charla del Dr. Pros con los que no coincido. Así que no te entretengo más y te dejo con su conferencia, muy interesante, en todo caso.

¡Bon appétit¡ o —como es mi caso— ¡Felicísimo baño!

5 comentarios

  1. Esther dice

    Qué interesante! me ha encantado!

  2. Gem dice

    Consol, estoy introduciéndome poco a poco en la alimentación crudi (en parte motivada por tí, debo decirlo), y actualmente estoy tomando leche de avena (de brick) con café por las mañanas. Mi pregunta es si hago la leche de este post, me permite hervirla luego para mezclarla con el café?…. Muchas gracias

    • Hola, Gem,

      ¡Ole, ole, esa inspiración buena! 😀
      PUes mira, puedes hervir la leche si te apetece, pero no hace falta, ya queda lista después de filtrar. Es más, si hierves la leche, pierdes nutrientes y enzimas y tu cuerpo reacciona ante el alimento como si fuera un cuerpo extraño, con una leucocitosis. Y tu cuerpo no quiere eso, créeme.

      Otra cosa que puedes hacer es la misma leche con copos de avena, que no son crudos, pero han sido «cocinados» a bajas temperaturas y tu organismo no reaccionará de esa manera negativa. El café, suerte y a ver si lo puedes substituir por alguna que otra cosa… Algarroba, cacao en polvo…

      ¡Un abrazo! Un placer poder inspirar desde aquí.
      Consol

      • Gem dice

        Sí, entiendo que la leche no hace falta hervirla, es sólo que me gusta muy caliente, pero ya me temía lo de la pérdida de nutrientes.., en fin, no sé cómo lo haré… Por otro lado tengo comprado ya el cacao, y en camino está la algarroba…, pero igualmente creo que me va a costar dejar el café., por ello durante un tiempo seguramente combinaré ambas cosas. Gracias por tus consejos, bssos

        • Poco a poco, Gem.

          Si te gusta la leche caliente, pues caliéntala. Si al final en vez de un gusto la alimentación sana nos da un disgusto, acabaremos dejándola. Poco a poco. Ya es un paso de gigante que te prepares la leche vegetal tú.

          ¡Besitos!
          C