Platos principales

Ensalada para amar

Si me sigues en las redes sociales ya sabes que ayer fue mi cumpleaños. Y si realmente me sigues de hace tiempo, sabrás que por estas fechas tengo costumbre de compartir aquí en mi blog la nueva receta de cada año de mi tarta de cumpleaños. El camino hacia una alimentación limpia, revitalizante, fisiológica debe ser individual y testado en uno mismo; no a todos nos sientan bien los mismos alimentos, por muy fisiológicos que sean. Por eso me gusta tanto experimentar y probar con nuevas recetas en un camino de vida cada vez más depurado y consciente.

Este año también he preparado tarta nueva, ya compartiré la receta pronto, do not worry! Pero hoy prefiero compartir el plato principal de mi menú de cumpleaños de ayer, un ejemplo clarísimo de lo que representa la alimentación viva, en la que como mínimo el 50% del plato está basado en alimentos vivos —semillas activadas, brotes y germinados preferiblemente de verduras, frutos y verduras frescas y vivas— y el resto, si no está también compuesto de este tipo de alimentos, consta de alimentos vegetales crudos y fisiológicos —aquéllos alimentos para cuya digestión y metabolización estamos preparados sin tener necesidad de preparaciones extra, nuestros alimentos de verdad tal y como los encontraríamos en la naturaleza.

Es sorprendente cómo los actos pequeños, conscientes y constantes en la cocina repercuten no sólo en la alimentación y la salud, sino que pueden llevar a ámbitos mucho más reflexivos, filosóficos, éticos, poéticos, sensitivos. Es algo que sin duda ocurre en la alimentación viva, donde el efecto debilitador y destructivo del fuego se sustituye por el agua, el origen de la vida. En vez de ablandar alimentos con el calor destructor de ollas, sartenes o cazuelas, el agua despierta la vida en las semillas, germinados, brotes, microplantas y otras verduras de hoja. Hasta el aire ambiente en la cocina cambia, se nota nada más entrar: se purifica con la respiración vegetal, cuando, gracias al proceso de la fotosíntesis, estos seres al principio diminutos se expanden, reverdecen, se estiran despertando del sueño de su semilla.

No me dejo de adminar de la relación especial que se crea con estos pequeños seres que me dan la vida y con cuyo cuidado he establecido un vínculo incluso emocional a través del mimo y el riego diario.

Gracias al hábito de activar, brotar y germinar, que practico desde hace más de 15 años, el espacio físico de la cocina también ha cambiado su imagen y su papel para mí: de pronto es un micro jardín donde poner en práctica la ética del cuidado; la estancia se queda pequeña en el ámbito de la construcción de la vivienda, donde sin duda debiera tener un papel y un espacio —físico y simbólico— mucho más relevante.

Cada día estoy más que convencida que todas las cocinas debieran ser un espacio–templo, un micro jardín–altar donde el espíritu tenga la ocasión de poder engrandecerse, sin límites, con esta experiencia de atender las necesidades básicas de otros seres vivos; donde ver cómo la vida brota de un granito tan pequeño que de pronto todo el proceso de la vida parece mágico, inasible por muy diminuto que sea el ser que empieza a generar su vida; un lugar sacro donde volver a establecer el vínculo que hemos perdido con la naturaleza de nuestros alimentos y con la naturaleza en general.

Quizá el verbo que describe mejor el sentimiento que me lleva a escribir estas líneas hoy es amar; siendo consciente, además, que cuidar de estas plantitas es ya de por sí una forma de cuidarse uno mismo y también a los demás; un acto cuyo efecto benéfico y regenerador comienza mucho antes de que se transformen en el mejor de los alimentos, los mejores portadores de la fuerza vital, el verdadero alimento, no sólo para el cuerpo físico, y la verdadera medicina.

Ensaladas, siempre, para amar.

Bon appétit!

Ingredientes

Para 2 ensaladas

Para los brotes
10 T de brotes variados al gusto, yo he utilizado de rabanito rosa, lentejas (muy poquitas), rúcula, albahaca, col lombarda, guisantes, brócoli, rábano sango

Para las coles de Bruselas
10 coles de Bruselas
4 C de aceite de oliva virgen extra
1 c de sal negra (Kala Namak)
1 C de tus algas marinas en polvo preferidas, yo he utilizado lechuga de mar
1 C de hojas secas de tomillo, romero, salvia y orégano, molidas

Para el alioli verde
250 g de tahini blanco crudo
250 ml de agua de calidad, fría
250 ml de aceite de oliva virgen extra
1 limón, el zumo
1 pellizquito de sal del Himalaya o tu sal de calidad preferida
3 dientes de ajo morado, chafados y con la piel
3 C de spirulina en polvo

Método de preparación

Para los germinados y brotes

Los germinados y brotes los puedes preparar en casa, es muy fácil. Como norma general, excepto las semillas mucilaginosas, puedes remojar las semillas durante 8–12 horas en agua tibia, escurrir y dejar en un tarro, plato o bolsa germinadora u otro recipiente que permita drenar el exceso de agua para que no se pudran las semillas. Conviene lavar dos veces cada día con agua tibia; una vez cada 12 horas aproximadamente. Lavar las semillas es algo que yo hago a primera hora del día y a última hora de la noche. Se ha convertido en un hábito, ya ni pienso «tengo que cuidar de los brotes», después de tantos años es algo automático y positivo y disfruto viendo cómo evolucionan las semillas a diario nada más despertar. ¿Existe una manera de empezar el día con mejor pie, siendo testigo de la belleza de la vida?  En vez de los tarros, bolas y platos germinadores que venden normalmente en las tienedas especializades, yo utilizo coladores grandes de malla fina suspendidos en boles —si navegas en mis redes sociales hacia el pasado, los verás—, porque preparo mucha cantidad y ya tengo mis medidas y mis hábitos con este método, que me parece sin duda el mejor. Igual lo quieres probar.

Con mis primeros pinitos de germinación, yo misma empecé a elaborar una tabla biogénica con información que encontré en mis muchas lecturas y formaciones, y con mi propia experiencia. Pero, sinceramente, a día de hoy me parece más fácil utilizar la intuición y la observación para ver qué tal va el proceso; sin embargo, una tabla biogénica para empezar sirve de mucha ayuda sobre todo a los que les causa respeto este proceso y no se atreven. Por otra parte, cada cocina es diferente, tiene un microclima particular —mayor o menor temperatura, mayor o menor humedad—, los recipientes utilizados también influyen, la calidad del agua, y estoy segura que también el cariño con que se hacen las cosas. Es todo un mundo, nunca mejor dicho, y lo mejor es siempre empezar con alguna pauta y luego crear tu propio método; el que te vaya mejor y te permita perseverar. De nada sirve agobiarse en mil preparaciones que luego no continúas porque te parecen complicadas y difíciles de seguir de manera cotidiana.

Si no quieres germinar tanta variedad en tu cocina, puedes hacer una parte tú y en las tiendas especializadas en alimentación ecológica suelen tener brotes de verduras con los que completar (alfalfa, kale, brócoli, col lombarda son los más habituales). Si lo haces tú, te saldrá  mucho más económico y los brotes no podrán estar más frescos.

Para las coles de Bruselas

Lava las coles de Bruselas, descarta la primera capa de hojas exteriores —más dura y fibrosa—, corta por la mitad verticalmente y colócalas en un bol con los ingredientes para el aliño.

Masajea suavemente pero mezclando muy bien para que las coles se empapen del aliño, pero sin necesidad de hacer presión para ablandarlas. Tal cual, crujientes, están bien y son mucho más digestivas que cocinadas, que es cuando dan flatulencias.

Para el alioli verde

En una batidora de vaso, combina el tahini con el zumo de limón, la sal, los ajos y el agua y bate hasta conseguir una crema suave.

Con la batidora en marcha, añade el aceite de oliva en un hilito hasta que consigas una mayonesa de consistencia suave.

Una vez tengas el alioli, añade la spirulina y bate pulsando sólo para mezclar bien.

Obtendrás bastante cantidad de alioli, más que para las dos ensaladas de esta receta. Es algo que a mí me gusta hacer con las salsas, cremas, quesos, mayonesas, aliolis; y así las dejo preparadas para añadir como aliño al plato sin preocuparme de mucho más durante la semana. Como no hay ingredientes de origen animal, no se pudre nada. Como máximo, pueden fermentar, como es el caso de los quesos; y eso no está mal, tendrás probióticos extra en tus salsas, un plus para tus ensaladas. Este alioli, de todas maneras, como tiene tanto aceite difícilmente fermentará esperando su turno en la nevera. Te puede durar días e incluso semanas. Aunque en casa no dura mucho, se volatiliza, ¡ja!, porque recuerda mucho el sabor y la textura del alioli, la spirulina queda completamente integrada y el ajo y el aceite de oliva son los protagonistas.

Emplatado

Mezcla los brotes al gusto en un bol, sólo para conseguir homegeneidad, con cariño, que son muy tiernos y se rompen en seguida.

Sirve en platos o boles individuales y adereza con el aceite de oliva, las coles de Bruselas y el alioli verde al gusto.