Platos principales

Crema de aceitunas, espinacas y kale

Hace un tiempo que no publico por aquí, ¿verdad? Y es que este año le estoy dedicando más tiempo a la práctica de yoga. De hecho, hace un par de días que volví de Bilbao, de practicar con profesores maravillosos en el Global Yoga Congress Bilbao.

Cuando venía de vuelta a Barcelona en el avión, venía pensando lo buena idea que ha sido dedicarme este año un poco más a descansar y a la práctica, a reducir las horas de clase y de escribir para mil publicaciones, y regalarme un poco de tiempo a mí misma, que después de años de horarios apretados, multitasking y escribir dos libros, ya me tocaba. Ya tengo en cuenta que algunos me habéis escrito porque echabais de menos mis publicaciones, mis talleres, mis clases. Pero, ¡ey, chicos!, publico casi a diario en mi cuenta en Instagram. Si aún no me seguís por allí os invito a que lo hagáis. Es el medio que más fácil me lo pone para seguir haciendo updates con constancia.

Vuelta a lo que os contaba en las líneas del inicio, la visita a Bilbao y el Global Yoga Congress Bilbao han sido regeneradores. No sólo para practicar ásana (éste sería el término correcto para referirse a la práctica física que forma parte del estilo de vida del yoga y que a muchos nos gusta tanto…), sino para mucho más: concierto de mantras, charlas, presentaciones y conversaciones con mis profesores que han sido realmente enriquecedoras.

De hecho, la receta que te dejo hoy aquí es fruto de una conversación  bien larga que tuve el placer de mantener con uno de los profesores del Congress, Yoshio Hama. Imagino que ya sabrás que la dieta yóguica es una dieta frugal basada en vegetales frescos, con prioridad de vivos y crudos, en su mayoría alimentos fisiológicos (aquéllos para los que nuestro organismo está preparado sin necesidad de prepararlos de ninguna manera, aunque algunos yoguis consumen cereales y legumbres cocinados), con preparaciones lo más conscientes, respetuosas y recientes posible para que no haya desvitalización ni pérdida de nutrientes. Así que ya ves que mi dieta de hace ya unos 14 años resuena mucho con esta filosofía. Por otra parte, ahimsa, la no violencia, es el precepto moral más importante de la filosofía yóguica; y este ahimsa contempla a todos los seres del planeta, sin excepción. Por eso es importante no sólo no infligir dolor, no dañar al prójimo (no importa la especie a la que pertenezca), sino que también nuestras decisiones y actos diarios tengan el menor impacto posible en las otras formas de vida. Y las decisiones cotidianas, las que tomamos varias veces al día cada día de nuestra vida, son realmente clave a a la hora de practicar ahimsa, como, por ejemplo, a la hora de elegir aquéllo que formará parte de nuestro plato.

Te dejo la receta ya aquí, y por hoy no más filosofía yóguica, ¡ja! ¿Quién sabe? Igual en la próxima publicación te sigo hablando de filosofía yóguica para que vistas tus platos con ingredientes más etéreos, más sutiles, pero igual de importantes que las benditas plantas que nos dan la luz, la salud y la vida.

Ingredientes

Para 2 raciones

Para la crema
300 g de espinacas baby
200 g de kale rizada
150 g de aceitunas verdes, deshuesadas
1/2 aguacate (aprox. 100 g), pelado y deshuesado
125 ml de agua de calidad

Terminación
1/2 aguacate (aprox. 100 g), pelado, deshuesado y cortado en cubitos
12 aceitunas negras
2 C de alcaparras al natural
2 C de semillas de cáñamo peladas
2 C de aceite de oliva virgen extra
1/2 c de cúrcuma en polvo

Método de preparación

Colocar todos los ingredientes para la crema en una batidora de vaso y batir hasta conseguir una textura suave.

Servir en platos para sopa o boles y terminar decorando con el resto de ingredientes.

Bon appétit!