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Sattva balls

En sánscrito, sattva es sinónimo del Ser, la bondad, la pureza, la paz, la tranquilidad, la vida, la sabiduría, la luz, el equilibrio, la esencia verdadera, la virtud, la fuerza vital… Por eso, cada vez que preparo estas bolitas —mi versión de las albóndigas más vitales que puedas probar— pienso que si tuviera que definirlas de alguna manera sería con este sustantivo: sattva.

En la filosofía hindú, sattva es un concepto tanto fisiológico como filosófico que define uno de los tres «modos de existencia» o Gunas, junto a los otros dos: rajas (la pasión, el movimiento, el cambio, lo individual, lo egocéntrico, lo dinámico) y tamas (la destrucción, el caos, el desequilibrio, lo impuro, la apatía, la inercia, lo vicioso, la ignorancia, la violencia).

Bajo el significado de estos tres modos de existencia o cualidades del ser, todo lo que ocurre a diario en mi cocina ha empezado a tener, para mí, una nueva luz añadida.

Y es que no hay nada más revelador, ni más sáttvico, que experimentar uno mismo que en nuestra alimentación sólo la vida genera más vida; nada más gratificante que ver los vegetales despertar y crecer en la cocina, echar raíces y regenerar el aire ambiente con su propia respiración, en vez de languidecer y marchitarse; nada más mágico que sentir la conexión con la fuerza vital que anima a las plantas que van a formar pronto parte de uno mismo, en común unión; ni nada más increíble que constatar la vitalidad que aumenta en ellas unos días después de cuidados tras aterrizar en casa. En mi cocina, casi todas echan raíces, brotes, hojas, ramitas —te invito a que los veas en mi cuenta de Instagram, donde de manera más informal voy publicando entradas casi a diario—; pasan de estar lánguidas a turgentes e hidratadas, más firmes y de color más intenso e incluso más dulces de sabor. Señal que el cariño también es capaz de generar más y mejor vida.

De todos estos vegetales maravillosos, los que más vitalidad parecen tener son las coles. Sin duda es signo de que debieran ser un ingrediente imprescindible en nuestro plato, porque la fórmula no puede ser más sencilla: vida = vida.

Entre las coles, una de las más beneficiosas para todos los sistemas es la col lombarda. Es tan antioxidante y anti-aging que se le atribuyen propiedades anticáncer y antirreumáticas, contribuyen a mejorar el sistema inmunológico, la piel, el sistema músculo-esquelético, previenen la osteoartritis por sus contenidos en vitamina K, calcio del bueno, magnesio del mejor, manganeso y el resto de minerales, en su estado orgánico, que necesitamos para una salud óptima; y, lo más interesante, benefician la vista y los procesos cognitivos siendo un súper preventivo contra el Alzheimer.

Tantos beneficios para la parte superior del organismo, tan bello que coincida en color con el color con que se representa Ajna chakra —el tercer ojo, que reside en el centro del cerebro— en la tradición filosófica hindú.

A mí, sin embargo, me cuesta bastante comer coles, por su textura más seca y dura, y reconozco que soy mucho más feliz consumiendo alimentos cremosos, grasos y acuosos. Por esto llevo unos meses súper comprometida con mis zumos de col y raíces, ques son los alimentos más idóneos para el otoño, inluido el zumo de lombarda.

En versión zumo, llega en 15-30 min a sangre si el estómago está vacío, así que la sensación es de sentirse despejado al 300% en un brevísimo lapso de tiempo, señal de lo increíble que es (abriendo puertas…). Es fuerte de sabor, sí, un poco picante si no está bien hidratada, pero con un fondo dulzón. Aunque yo reconozco que mi dieta, cada día más sencilla y depurada, me tiene el sentido del gusto afinadísimo y la encuentro todo bastante dulce.

Y es en esta búsqueda por hacer la col lombarda más gustosa a los sentidos donde encuentra lugar la receta que hoy comparto contigo. La receta es bien sencilla, pero te aseguro que el resultado es delicioso, la textura seca y crujiente de la col desaparece y su fondo amargo típico se disipa. Lo mejor, a parte de ser súper nutritivas, es que estas bolitas o albóndigas las puedes guardar una vez preparadas en la nevera unos tres días, así puedes hacer provisión para que comer saludable y nutritivo nunca te dé pereza. Las puedes utilizar para acompañar tu ensalada, o comerlas tal cual como tentempié o aperitivo acompañadas de tu salsa o mayonesa preferida. Tienen un sabor muy neutro y, con el acompañamiento adecuado, se adaptan sin problemas a todos los paladares. Te lo aseguro, esta receta la tienes que probar, te va a enamorar para siempre…

A continuación tienes ingredientes y pasos de preparación. Pero antes de dejarte con la receta quiero invitarte a mi próximo evento el sábado 10 de noviembre de 2018, tienes toda la info aquí.

Ingredientes

Para unas 20 bolitas

1 col lombarda mediana (unos 750 g)
8 C (90 g) de semillas de chía
1/4 T (60 g) de aceite de coco, en estado líquido
1 cebolla morada mediana, pelada y picada fina
1  manojo de cilantro, picado fino
1 c de sal (unos 4 g)

Método de preparación

Con un cuchillo, cortar la lombarda en trozos suficientemente pequeños para que quepan en el robot de cocina.

Con una cuchilla en S, triturar la lombarda en el robot de cocina y añadir luego en un bol con el resto de ingrecientes.

Mezclar bien con la ayuda de una espátula y dejar reposar la masa en la nevera unas cuatro horas.

Una vez reposada, hacer prociones al gusto con la masa —depende del tamaño te rendirá para más o menos cantidad, a mí me gustan grandes, para poder coger con la mano y morder varias veces— y dar forma de albóndigas.

Se pueden consumir al instante o guardar unos tres días en la nevera en un recipiente de vidrio con tapa. Si las guardas en la nevera, asegúrate de sacarlas un par de horas antes de comer para que no estén frías e incluso puedes entibiarlas, una vez hayan alcanzado la temperatura ambiente, en el deshidratador o en el horno calentado y con el fuego apagado  durante unos 30 minutos.

Prueba y me cuentas. Verás que son puro amor.

Bon appétit!

Kitchari «my own style»

Si sabes qué es el kitchari (un plato tradicional Ayurveda con base de mung dahl, arroz basmati, ghee, verduras de temporada y especias) y conoces mi alimentación (en la que ningún alimento se somete al efecto del fuego ni las temperaturas elevadas y es 100% basada en plantas), sé que te estarás preguntando cómo será está versión del Kitchari «my own style». La respuesta es sencila: el mejor kitchari preparado con alimentos vivos y fisiológicos, adaptando lo mejor del concepto de la receta al tipo de alimentación más vibrante y nutritiva.

La verdad es que nunca he probado el kitchari, pero últimamente veo muchos artículos explicando maravillas sobre el kitchari en diversas publicaciones. Debe formar parte de la ola orientalista que está llegando a Europa cada vez con más intensidad.

A este plato de legumbres, cereales y mantequilla clarificada se le atribuyen en Ayurveda muchas propiedades: nutritivas, depurativas, digestivas, rejuvenecedoras, energéticas. E incluso se dice que es apto para todos los biotipos. Aunque lo cierto es que a mí no me sientan nada bien ni los cereales ni las legumbres cocinados, se preparen como se preparen y se acompañen de lo que se acompañen. Pero de tanto ver este plato aquí y allá se me ha acabado antojando. Por eso he decidido hacer mi propia versión, de la que estoy segura que va a ser digna de recibir todas las alabanzas que mencionaba; es nutritiva, digestiva, desintoxicante, energética, rejuvenecedora, depurativa…

En vez de legumbres y cereales, he combinado semillas de chía, lino y cáñamo que al absorber el agua de la preparación nos darán la textura cremosa y oleosa típica en algunas versiones de este plato.

Estas tres semillas tienen un alto contenido en ácidos grasos esenciales Omega 3, un nutriente de potente efecto antiinflamatorio; antioxidante y anti-aging por su alto contenido en fenoles que pueden llegar a frenar hasta un 70% el efecto de los radicales libres; clave para la salud cardiovascular y el sistema neurológico; de efectos antidepresivos y calmantes para la musculatura; imprescindible para unas células y tejidos saludables.

Estas semillitas son también ricas en aminoácidos esenciales de muy fácil asimilación, contienen todos los aminoácidos que nuestro cuerpo necesita en proporciones equilibradas, y son también abundantes en todos los minerales que deben formar parte de nuestra dieta; entre ellos, los más interesantes: manganeso, magnesio, fósforo, potasio, calcio, boro, hierro, cobre, zinc, selenio.

Los tres tipos de semillas son muy fáciles de gestionar por nuestro organismo y bien fáciles de digerir, favoreciendo la chía y el lino el tránsito intestinal por su contenido en mucílago y fibra. En general, se recomienda moler las semillas mucilaginosas antes de consumir para aprovechar mejor sus nutrientes, ya que si no las masticamos a conciencia y conseguimos molerlas con los dientes salen de nuestro cuerpo igual que entraron: enteras e incluso abonadas, listas para ser plantadas. Así funciona la naturaleza: los animales somos vehículos de las plantas, que tienen mil y una estrategias para utilizarnos como tal y poder esparcer sus semillas aquí y allá. Aunque en esta receta yo he preferido no moler, para conseguir una textura más parecida a la del cereal y las legumbres y para invitar a masticar más tiempo cada bocado; con calma y consciencia, para asegurar una digestión adecuada.

El resto de ingredientes de mi Kitchari «my own style» son también energéticos y de muy fácil asimilación, con una serie de especias termogénicas, muy antioxidantes, digestivas, depurativas, estimuladoras de los órganos emuntorios que además hacen a este plato delicioso.

A la hora de consumir, en casa lo tomamos como primer plato, con el estómago vacío. Sólo una pequeña cantidad es suficiente, es realmente saciante por su riqueza en nutrientes y fitonutrientes. Y tras el kitchari una buena ensalada de brotes y hojas es el complemento ideal.

Aunque imagino que ya sabrás que no es recomendable ingerir ningún tipo de líquido durante las comidas para no disolver los jugos gástricos y entorpecer la digestión, cuando te prepares mi kitchari, esta es una condición que no te debes saltar, porque las semillitas absorberán el líquido extra que consumas y te pueden hacer sentir demasiado lleno. Ya sabes, si tienes sed a la hora de comer, lo mejor es beber unos 30 minutos o más antes de las comidas.

Te dejo ya aquí la receta del Kitchari «my own style», a ver qué te parece.

Ingredientes

Para 6 raciones

1/2 nuez moscada, recién molida
1 c de canela molida
10 vainas de cardamomo
1 C de semillas de comino
1 chile fresco
1/2 c de semillas de cilantro
1 c de semillas de mostaza

750 ml de agua de calidad tibia (40 ºC)
1 C de zumo de jengibre (rallar la raíz fresca y extraer el zumo presionando con el envés de una cucharita utilizando un colador de malla fina)
1 C de zumo de cúrcuma (extraer el zumo lo mismo que se extrae el del jengibre)

1/2 T de semillas de chía
1/2 T de semillas de lino dorado
1/2 T de semillas de cáñamo

1/4 T (60 g) de aceite de coco
2 aguacates medianos (360 g ya pelados y sin la semilla)

1/4 T de aceitunas negras troceadas (las aceitunas son opcionales, pero son los tropezones más deliciosos de mi kitchari)

Método

Combinar todas las especias en una batidora de vaso o en un molinillo de café o para especias y moler muy fino.

Añadir el agua a la mezcla de especias, los zumos de cúrcuma, de jengibre y el chile y batir en una batidora de vaso hasta mezclar muy bien.

Colar el agua especiada resultante con la ayuda de un colador de malla fina y verter en un recipiente de vidrio con tapa.

Añadir las semillas de chía, cáñamo y lino y remover con una cuchara para mezclar homogéneamente, tapar y dejar reposar entre 4 y 8 horas. Si hace calor, mejor dejar reposar en la nevera, para evitar fermentaciones.

Una vez transcurridas las 4 – 8 horas de activación de las semillas, añadir el aceite de coco y el aguacate a la batidora de vaso y batir hasta tener una mezcla muy suave.

Mezclar con las semillas activadas –después de la activación tienen un aspecto viscoso, como de engrudo–  y la ayuda de una cuchara. No te olvides de añadir ahora las aceitunas, pero si decides no utilizarlas, sustitúyelas por un pellizquito de sal al gusto al mezclar los ingredientes.

A la hora de servir, puedes entibiar el Kitchari «my own style» en la deshidratadora, o suavemente al baño María hasta que esté a temperatura corporal. A mí me gusta utilizar mi fermentadora (la verás aquí). Para entibiar los alimentos cuando es invierno es ideal, no me tengo que preocupar por nada, la programo si no estoy en casa y al volver la temperatura de los alimentos es la perfecta.

Cuando sirvas tu kitchari, acompaña con cilantro fresco al gusto; no sólo es una adición deliciosa, sino que ayuda a depurar,  a la eliminación de metales pesados y oxigena nuestra sangre.

Puedes guardar las raciones que no consumas al momento en la nevera en tarritos individuales con tapa hasta tres o cuatro días. Aunque la mezcla empezará a fermentar poquito a poco; no pasa nada, la fermentación está bien, aunque el sabor se vuelve un pelín más ácido y efervescente. Si calculas que lo guardarás durante tres días, deja un poco de espacio sin llenar en el tarrito, porque la fermentación hace que la mezcla se expanda e incluso rebose aún estando el tarro cerrado.

Bon appétit!

La mejor coca de Sant Joan

Si te digo que puedes preparar la mejor coca de piñones con sólo cuatro ingredientes, ¿te lo creerías?

Y si te digo además que todos son de origen vegetal y sin refinar, sin azúcar añadido y que se puede preparar sin horno, ¿qué me dices? ¿No te lo crees? Pues hoy podrás comprobar que así es la más deliciosa y saludable de las cocas. Sí, sí, estamos de suerte: hoy comparto esta súper receta contigo.

La verdad, yo pienso que los mejores dulces son los más sencillos. Y éste es uno de ellos. Aunque confieso que, para mí, la fruta dulce o muy dulce —sola, sin casi preparación— se ha convertido  en los últimos años en mi dulce habitual para cuando tenga ganas de ese algo dulce. Tengo mucha suerte, porque habitualmente no hecho de menos ningún tipo de repostería ni elaboraciones con azúcares añadidos. Aunque también es cierto que a veces me entretengo preparando caprichos dulces un poco más elaborados, para ocasiones especiales.  Recetas que son cada vez más sólo un recurso emocional para compartir, sobre todo, dulces típicos con los que se celebran las diferentes fiestas del calendario.

Es el caso de la Coca de Sant Joan, típica de Cataluña, y que es todo must —junto con una copa de cava— para recibir el solsticio de verano y como protagonista de la verbena en la noche de San Juan.

De este dulce tradicional, existen muchas variedades; todas incluyen ingredientes refinados y no fisiológicos de dudoso efecto sobre nuestra salud. Pero, a grandes males, grandes soluciones… Sólo faltan ganas y un poquito de creatividad para reinventar recetas con sus mejores versiones. Y este año mi versión de coca —raw y vegana— ha quedado espectacular. Espero que te animes a prepararla y que se convierta en un buen recurso para que la disfrutes cuando te apetezca «ese algo dulce» sin caer en tentaciones.

La verdad, en casa no la hemos comido por la noche —la verbena—, sino para merendar. Por supuesto, tampoco la he acompañado con cava, sino con un simple té matcha con leche de almendras que no tiene ningún secreto de preparación: leche de almendras casera y té matcha al gusto, batir y listo.

Aunque si la acompañas con otra bebida, e incluso sin ninguna bebida, también estará bien.

Verás que en la receta he utilizado brevas como relleno porque me pareció ideal incluir una fruta tan ligada a estas fechas. Pero puedes utilizar otro tipo de relleno cremoso: mousse de chocolate raw, natas vegetales, cremas pasteleras —¡ey! no te olvides, raw and veg— y si me apuras hasta queso crema. Si buscas en mis blogs, Kijimuna’s Kitchen o Pan con queso o en mis libros Raw Food Anit-aging y Pan con queso seguro que encuentras inspiración para ir variando el relleno.

Te dejo aquí ya la receta, a ver qué te parece.

Bon appétit!

Ingredientes

Para 4 porciones

Para la masa
1 T de harina de almendras (almendra cruda molida)
1/2 T de semillas de chía, recién molida (puedes utilizar una batidora de vaso y batir en seco, o un molinillo de café)
2 T de agua de calidad
1 pellizquito de sal marina o del Himalaya

Para el topping
2 C de piñones crudos pelados

Para el relleno
4 brevas grandes, lavadas y con la piel

Método

Para la masa
En un bol, combinar los ingredientes en seco para la masa y mezclar de manera muy homogénea con un batidor de varilla o una cuchara.

Hacer un hueco en el centro, verter el agua y mezclar con una cuchara hasta obtener una mezcla homogénea.

Dejar reposar unos 5 minutos.

Dividir la masa en dos partes y extender cada parte con una espátula sobre las láminas antiadherentes en las bandejas del deshidratador.

Dar forma de dos rectángulos de un grosor de unos 2–3 mm.

Repartir los piñones por sobre una sola de las porciones de la masa y presionar suavemente con los dedos para undirlos suavemente en la masa.

Para los que no conozcan este dulce: esta parte de la masa con los piñones será la parte superior de la coca. La otra parte de la masa, será la base.

Deshidratar a 38–42 ºC durante 9 horas.

Dar la vuelta con cuidado de no quebrar la masa a semideshidratar y deshidratar 9 horas más.

Para el relleno
Cortar las brevas en dos mitades verticales y cortar cada mitad verticalmente en rodajas de unos 2 mm de grosor.

Colacar alineando los higos laminados sobre la base de la coca y cubrir con la masa de la coca que tiene los piñones.

Tu coca ya está lista, y si eres de los que le gusta el dulce muy dulce, puedes pintarla por encima con algún sirope saludable —como el de coco o de yacón— y me cuentas.

Tarta de nata de coco y crema de limón

Pensaba que no me iba a dar tiempo a escribir esta entrada antes de los días festivos que empiezan justo mañana. Pero parece ser que los milagros existen, ¡ha! y aquí llego con esta receta justo «al filo del tiempo».

La prisa por llegar a tiempo es porque como el día 9 es el día de mi cumpleaños he decidido desconectar completamente hasta la próxima semana a partir de ya y me apetecía muchísimo publicar esta entrada con mi tarta de cumpleaños para este año antes de la desconexión y el descanso merecido.

¡Te invito a que celebres conmigo! En vez de tarta, también te puedes saltar la base y hacer una mousse por capas en vasitos utilizando sólo las cremas. Más fácil, más rápido, más práctico y a prueba de fallos al 100%. Es más, como será una opción más light, y puedes hacer vasitos pequeños, te permitirá tener un dulce saludabilísimo rico en grasas y azúcares saludables para cuando te apetezca. Eso sí, si no sois muchos en casa y haces la versión de los vasitos, no te olvides de reducir los ingredientes a la mitad para no llenar la nevera con más mini mousses de los que necesitas.

La verdad es que este año mi tarta de cumpleaños es un puro capricho. Eso sí,  un capricho muy bajo en azúcares, incluso de los naturales; es lo que me apetecía. Y aunque no utilizo cocos frescos normalmente porque me parece algo muy poco sostenible, un día es un día, y —espero— tres cocos al año no hacen daño. En todo caso, sigue siendo un tarta totalmente deliciosa y aún más saludable. Si te cuesta encontrar algunos de los ingredientes, te invito a buscar en mi blog otras recetas celebrativas con frutas de temporada com ésta de aquí, una de mis favoritas.

No me/te entretengo más, y pronto prometo volver con noticias que sé que te van a interesar. ¡Aquí te dejo la receta!

Bon appétit!

Ingredientes

Para la crema de coco joven
3 cocos jóvenes (también los llaman verdes), sólo la pulpa (aprox. 500 g)
el agua de 1 coco joven (aprox. 275 ml)
4 C de aceite de coco crudo sin desodorizar, en estado líquido

Para la crema de limón
4 C de mantequilla 100% de almendras crudas
1/2 T de zumo de lima (puedes usar limón)
1 C de ralladura de piel de lima
1 c de tamari
1 T de agua
1/2 C de psyllium en polvo
1/2 de cúrcuma en polvo o 1 C de zumo de cúrcuma recién hecho
20 gotas de stevia con los principios activos

Para la base
2 T de germinados de centeno (se tarda 3 días)
1 T de pasas sultanas
4 C de semillas de chía
2 C de harina de coco
3 C de aceite de coco, en estado líquido

Método de preparación

Para la crema de coco joven
Combinar todos los ingredientes en una batidora de vaso y batir hasta obtener un crema muy suave.

Colocar en un recipiente de vidrio con tapa y dejar reposar en la nevera durante 8 horas para que la crema gane consistencia.

Para la crema de limón
Colocar todos los ingredientes en una batidora de vaso y batir hasta obtener una crema muy suave.

Para la base
Colocar todos los ingredientes en una procesador (robot) de cocina con cuchilla en S y triturar hasta obtener un mezcla gruesa y modelable.

Para la terminación
Utiliza un molde circular con aro desmoldable para tartas de unos 20 cm de diámetro y extiende homogéneamente la mezcla de la base presionando con las yemas de los dedos tanto por la base del molde como por las paredes del aro.

Vierte la mezcla de limón sobre la masa ya modelada. Refrigera durante unas 4 horas para que gane consistencia y vierte ahora  encimala crema de coco, aplanando la superficie con una espátula en L.

Dejar reposar en la nevera unas 4 horas más. Desmoldar con cuidado antes de cortar y servir.

Si lo necesitas, para desmoldar con más facilidad, puedes separar con cuidado las paredes del aro desmoldable de la tarta con la ayuda de una espátula.

Matcha latte súper anti–aging

Esta receta es mi fórmula favorita para preparar el mejor matcha latte con el que puedas soñar. Es una receta sin dificultades pero llena de matices. Deliciosa, lo es sin dudas; y hasta que no la pruebes te aseguro que ni te imaginas la delicadeza de sus registros. Viene siendo mi bebida favorita de otoño; cuando la alegría de la luz cálida del verano se va yendo y nos sentimos todos un poquito «desganados». ¿No te pasa a tí también? Se reducen las horas de luz, de pronto el cuerpo está incómodo porque echa de menos las horas de exposición solar y nos pasamos más horas encerrados en el estudio o en el trabajo o en casa porque no nos apetece salir durante los días de lluvia.

Mi matcha latte es el compañero ideal para estos días; una pócima, casi, contra estos pequeños males. Muy energética, pero de una energía suave y sostenida. Sus ingredientes, súper antioxidantes y antiinflamatorios, son una maravilla tanto para el cerebro, la piel, los tejidos y el sistema digestivo; y, aunque energética, es también armonía y calma. Se nota en su efecto desde el primer sorbo que es pura bondad.

Hace tiempo que quiero compartir contigo esta receta, que es una de mis favoritas; y por a o por b pasan los días y me queda siempre pendiente en la lista de «No te olvides de…». Aunque parece que todo llega, y después de unos meses —¡¡unos meses!!— desde mi última entrada, hoy por fin es el día. No te pienses que he abandonado mi blog, ni mucho menos… Lo que pasa es que estoy en unos cuantos proyectos a la vez y todos son muy lentos —pero preciosos— y no me llegan las horas del día para todo. Uno de ellos, por cierto, es mi próximo libro; que, si todo va bien, sale a la venta en pocas semanas. ¡Qué ganas de tenerlo ya! Llevo trabajando en él desde el verano de 2016, y estoy súper feliz; quedó precioso. Sí, sí, ya he visto la versión en digital, y sólo falta que se materialice en papel para dar por finalizado otro proyecto maravilloso. Será del mismo porte que mi primer libro, Raw Food Anti-aging, y también con ediciones Urano. Igual no tendrá tantísima información teórica como el primero, pero sí incluirá más recetas. Ya te iré contando.

Volviendo a nuestro matcha latte, a mí me encanta disfrutarlo alrededor de las 12 horas casi cada día, cuando necesito un poquito de energía extra para remontar la mañana. Hay quien hace la pausa del café a esa hora, y, si es tu caso, te invito a que substituyas el café por este matcha maravilloso. Compara el efecto energético y la sutileza de su sabor, mil millones de veces mejor que cualquier excitante exploxivo, adictivo y neurotóxico como el café que muchos consumen hoy día «just to keep going».

En el fondo, mi matcha latte tiene todo lo mejor: matcha —té verde en polvo—, almendras, aceite de coco, cúrcuma fresca, jengibre fresco y hojas de stevia.

El matcha —el té verde protagonista de esta bebida— tiene probadas propiedades antiinflamatorias y anticancerosas, y de todos los tés, es el que mejor conserva y concentra sus propiedades debido a la manera en que se cultiva. Para obtenerlo, las plantas del té se cultivan a la sombra; esto las hace crecer más lentas y  hace que su clorofila sea mucho más intensa, fuerte y brillante. Esto también la convierte en una planta mucho más rica en aminoácidos esenciales, cosa que a nivel organoléptico la transforma en la versión más dulce de las plantas del té, con su aroma intenso y dulzón y muy poco amargo.

Después de la cosecha de las hojas, se descartan las ramitas y las partes más duras de la hoja (los nervios) y esta selección, que se seca a temperaturas muy bajas para preservar todos sus beneficios y que en Japón recibe el nombre de tencha, es el más puro de los tés verdes. Más tarde, el tencha se tritura y se preparan diferentes calidades de tencha en polvo o matcha. Normalmente, se suele encontrar matcha en los negocios especializados en tres calidades, de menos a más fino; y, por supuesto, de menos a más caro. El de mayor calidad, un polvo verde intensísimo y finísimo como una seda, es el que mejor se disuelve en agua y es el que se utiliza en la ceremonia del té. Es la joya de los tés, suave, intenso, dulce y sólo ligeramente amargo.

Los polifenoles del té verde tienen también efectos beneficiosos para la salud cardiovascular, metabólica y un efecto antienvejecimiento que se ve potenciado en presencia de la vitamina C (en mi súper matcha la encuentras en la cúrcuma y el jengibre frescos).

Lo confieso, el matcha es mi té favorito en todas las estaciones; para otoño lo preparo como en la receta de hoy, con otros ingredientes súper alcalinizantes, como la almendra, potenciadores del sistema inmune, antiinflamatorios y ricos en vitamina C, como la cúrcuma y el jengibre frescos, energéticos como el aceite de coco, y reguladores del azúcar en sangre como la stevia en hoja.

Matcha latte súper anti-aging

Ingredientes

Para 1 taza grande
300 ml de agua tibia (unos 40 ºC)
2,5 cm de raíz de jengibre fresco (si no encuentras, 1 c de jengibre en polvo)
2,5 cm de raíz de cúrcuma fresca (si no encuentras, 1 c de cúrcuma en polvo)
1 c de mantequilla de almendra
1 c de aceite de coco crudo
1 c de matcha
5 hojas de stevia, frescas o secas (opcional, si te gusta el sabor puro del matcha como a mí)

Método de preparación

Infuisona las hojas de stevia en el agua tibia mientras preparas el resto de ingredientes. Si decidiste no añadir stevia para endulzar, simplemente utiliza el agua tibia.

Con un rallador pequeño, ralla la cúrcuma y el jengibre frescos y exprime su zumo en una taza grande con la ayuda de una pequeña muselina o con la ayuda del envés de una cucharita y un pequeño colador de malla fina y reserva.

Coloca el agua con la stevia, el aceite de coco y la mantequilla de almendra en una batidora de vaso y bate a velocidad baja hasta que esté todo bien mezclado y triturado.

Añade el matcha y bate muy levemente, sólo para mezclar y disolver sin que quede un solo grumo.

Cuela esta mezcla con la ayuda de un colador de malla pequeño directamente en la taza donde tienes el zumo de cúrcuma y jengibre. Remueve con una cucharita para mezclar con el zumo de jengibre y cúrcuma.

Y disfruta del regalo que es esta taza de té para tí, tu mañana y tu día. Ya me contarás.

Bon appétit!

Nota 25/10/2017: Hace unos instantes que he respondido la siguiente pregunta en mi muro en Facebook: «¿Se puede preparar prontito por la mañana y llevarlo en un termo para consumirlo 4 horas más tarde? ¿O pierde así sus propiedades?» Y la verdad es que es una pregunta interesante, porque yo no recomiendo consumir los zumos si no son recién exprimidos y cold-pressed, pero éste seria un caso diferente. Así que te dejo aquí mi respuesta, por si puede ser también de tu interés: «¡Pues mira, esta vez va a ser que sí! ¡Bingo! Te lo puedes llevar en un termito al trabajo, y como también lo puedes hacer sin batidora —batiendo energéticamente con un batidor de barilla también lo mezclarás bien— puedes hacerlo bien temprano sin despertar a nadie. Aunque lleve los zumos de jengibre y cúrcuma, como también lleva grasas vegetales de las más antioxidantes, éstas sirven para conservarlo unas horas. Yo a veces no me lo tomo entero, porque por lo que sea me siento saciada en seguida, y lo guardo en un jarrito con tapa para más tarde.»